Voy de aquí para allá leyendo. De repente, soy consciente de que el título del libro que leo, las memorias de Luis Buñuel, unido a mi apariencia actual, pueden causar cierta impresión -equivocada- a quien se fije. El pensamiento me hace gracia y sonrío.
Salgo del hospital y, de camino a la parada del autobús, pienso en quedarme sentada en un banco del parque que atravieso porque huele a hierba recién cortada, olor irresistible. Pero decido coger el autobús porque quiero estar en casa cuando mi hija mayor llegue del colegio.