Esta tarde he vuelto a la filmoteca. Esta vez para ver Mi vida sin mí, de Isabel Coixet, película que tengo desde hace ya algún año en mi PC y que nunca encontraba el momento de verla. Pues por fín lo encontré.
Es una película muy emotiva: a Anne, de 23 años con marido y dos niñas, le queda poco tiempo de vida a consecuencia de un tumor. Ese mismo día decide hacer una lista de cosas que necesita hacer antes de morir y empieza a pensar en organizar la vida de su familia para asegurarse de que sigan siendo felices una vez que ella muera.
Esta película, llena de actorazos, por cierto, me ha recordado a otras dos de años posteriores: La vida sin Grace, de 2007 ( y que pude ver en el Festival de Gijón de ese año) y Genova, de 2008.
En La vida sin Grace, Stanley (John Cusack), totalmente derrumbado por la muerte de su esposa, soldado en Afganistán (la mujer, no él) y aterrado ante el hecho de tener que dar la noticia a sus dos pequeñas, decide emprender un viaje con ellas con la intención…bueno, no se sabe bien la intención: darse tiempo, pensarlo, afrontarlo, distraerlas…armarse de fuerza y valor y continuar con sus vidas, en definitiva.
En Génova, el personaje protagonista (mi adorado Colin Firth) tras la muerte de su esposa, decide comenzar una nueva vida en Génova con sus 
hijas (dos) mientras comprueba que no es tan fácil dejar atrás los recuerdos.
Se dan varias coincidencias en las tres: en las tres es la esposa-madre quien muere, en las tres las hijas son dos niñas y en las tres, la reflexión sobre la muerte y sobre todo, porque éste es un punto que me angustia, la sensación de pérdida, el vacío en el alma, la quiebra absoluta que puede producir en el discurrir plácido, rutinario y despreocupado de una vida la pérdida del compañero, de eso, de la vida.
Fin del miércoles, me voy a dormir, pero antes me voy a tomar una aspirina que de tanto llorar en el cine me ha entrado dolor de cabeza.
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