Recuerdo el camino que subía a la
carpintería. Jugar en la montaña de serrín y con los tacos de la madera
sobrante. Recuerdo el jardín y sobre todo el sauce llorón. La cuadra, a mitad
de camino entre la casa y la carpintería, a la que nunca entraba por oscura. Recuerdo a Laica la Pastor Alemán siempre enfurecida con los visitantes,
recuerdo los regalos que me hacía mi madrina en mis cumpleaños, recuerdo la
olla en la chimenea y las extrañas jarras alemanas de cerveza esmaltadas en lo
alto del armario del comedor. Y el reloj de péndulo, que me fascinaba. También
me acuerdo de las figuritas de porcelana en la entrada con atuendos del siglo XVIII
recreando escenas románticas.
viernes, 10 de mayo de 2013
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