Ayer de camino a casa, mientras esperaba en un semáforo, vi al otro lado de la acera a una pareja joven, de taytantos, con un cochecito de bebé y los dos con una sonrisa de oreja a oreja, de las de enseñar toda la dentadura. Me llamó la atención y me hizo gracia, porque iban así, andando, mirando "p´alante" y con la sonrisa puesta. De hecho, incluso creo que el hombre era realmente incapaz de quitársela de la cara pese a los intentos que me pareció ver que hizo en un par de ocasiones.
No pude evitar hacer lo que me quedaba de camino sonriendo yo también.
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